"EL BUEN CABALLERO ES SINCERO HASTA EL FINAL INCLUSO EN SU DÍA MÁS ACIAGO.
- alfre712
- 18 nov 2022
- 2 Min. de lectura

—Algo espantoso. —Davos se apartó de ella—. No quiero tener nada que ver con vos, mi señora, ni tampoco con vuestro dios. Que los Siete me protejan. —No pudieron proteger a Guncer Sunglass —dijo Melisandre, dejando escapar un suspiro—. Rezaba tres veces al día y en su escudo llevaba siete estrellas de siete puntas, pero cuando R'hllor extendió la mano, sus plegarias se transformaron en gritos y ardió. ¿Por qué os aferráis a esos falsos dioses? —Los he adorado toda mi vida. —¿Toda vuestra vida, Davos Seaworth? Podríais haber dicho que ya son algo del pasado. —Sacudió la cabeza con tristeza—. Nunca habéis tenido miedo de decirle la verdad a un rey, ¿por qué a vos mismo os mentís? Abrid los ojos, ser caballero. —¿Qué queréis que vea? —Cómo está hecho el mundo. La verdad está a vuestro alrededor, es evidente para cualquiera. La noche es oscura y alberga cosas aterradoras; y el día es luminoso, bello y esperanzador. La una es negra; el otro, blanco. Hay hielo y también hay fuego. Odio y amor. Amargura y dulzura. Masculino y femenino. Dolor y placer. Invierno y verano. Mal y bien. —Dio un paso hacia él—. Muerte y vida. Miréis hacia donde miréis, opuestos. Miréis hacia donde miréis, la guerra. —¿La guerra? —preguntó Davos. —La guerra —afirmó ella—. Hay dos, Caballero de la Cebolla. Ni siete, ni uno, ni cien ni un millar. ¡Dos! ¿O creéis que he cruzado medio mundo para poner a otro rey soberbio en otro trono vacío? La guerra se lleva disputando desde el principio de los tiempos y antes de que acabe cada hombre tendrá que elegir en qué bando está. Uno es el de R'hllor, el Señor de la Luz, el Corazón de Fuego, el Dios de la Llama y de la Sombra. Contra él se alza el Otro Grande cuyo nombre no debe pronunciarse, el Señor de la Oscuridad, el Alma de Hielo, el Dios de la Noche y del Terror. No se trata de decidir entre Baratheon y Lannister, entre Greyjoy y Stark... Elegimos la muerte o la vida. La oscuridad o la luz. —Agarró los barrotes de la celda con las largas manos blancas. El enorme rubí de su garganta parecía palpitar e irradiar una luz propia—. Así que decidme, Ser Davos Seaworth, y sed sincero conmigo... ¿Arde vuestro corazón con la luz brillante de R'hllor? ¿O es negro y frío y está lleno de gusanos? —Metió la mano entre los barrotes y le puso tres dedos en el pecho como si pudiera palpar la verdad a través del cuero, la lana y la carne. —Mi corazón —respondió Davos con lentitud— está lleno de dudas. —Ay, Davos. —Melisandre suspiró—. El buen caballero es sincero hasta el final incluso en su día más aciago. Habéis hecho bien en no mentirme. Lo habría sabido. Los siervos del Otro a menudo envuelven sus corazones negros en una luz alegre, de manera que R'hllor da a sus sacerdotes el poder de ver a través de las mentiras.
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